
A una hora puntual, no lo siguiente (algo a lo que tampoco tenía nos tenía acostumbrados la banda), empezaron las primeras notas de los Looney Toons. Después, espectáculo, luces, fuegos artificiales. Casi 3 horas de no parar donde un público entregado de 40.000 personas vibró al ritmo de todos sus éxitos más destacados: Welcome to the jungle, Sweet child of mine, Civil War, November Rain, tocado al piano por el propio Axl y con el solo de guitarra de Slash (al que no parecen pasarle los años). Los cambios de vestuario de Axl fueron de chaquetas y gorro y pañuelo, al mismo tiempo que Slash lo hacía de guitarras. Axl, que salió al escenario con camiseta y pantalón tejano roto y su tradicional camisa de cuadros colgada a la cintura, quiso también, como ya lo hiciera en su concierto en Irlanda, homenajear a Chris Cornell cantando el Black Hole Sune de Soundgarden. El concierto acabó con su Don't Dry y con Paradise City y confetti a raudales. Después, los Guns tiraron púas, micros y baquetas al público y salieron a saludar en formación.
Aunque los hay que dicen que faltó amor y unión entre los miembros y que resultó frío su trato, lo cierto es que los Guns n Roses han vuelto a tocar juntos, algo que muchos nunca habrían imaginado, y que han pasado por España. El domingo toca su cita en Madrid y yo si pudiera volvería a estar allí.
